Ernesto Hontoria López
(Marzo 2006)
¿Ahorrar? ¿Qué es eso? –Cabría preguntarse-. Se ha vuelto tan difícil que pocos en este país pueden hacerlo. Ahorrar es “guardar dinero como previsión para necesidades futuras” (DRAE). Lo cual lleva implícito forzosamente que las necesidades básicas están cubiertas. No puede pensar en ahorrar (y tampoco en el futuro) quien a duras penas sobrevive. No se puede guardar cuando no se tiene qué.
Para ahorrar es imprescindible que exista un exceso de recursos y se fijen prioridades. La primera condición sola no basta porque las necesidades de las personas aumentan en la misma medida en que aumentan sus posibilidades. Una vez cubiertas las necesidades básicas (biológicas) nuestro subconsciente neoliberal y salvaje comienza a crear nuevas necesidades (de orden sarcásticamente ‘social’) que, si damos rienda suelta a su satisfacción, los gastos serían interminables. Son ejemplos de estas necesidades de orden social: el teléfono celular, vestir a la moda, un buen televisor en casa, televisión por cable, zapatos de marca, etc.
De manera que ahorrar requiere forzosamente que las personas definan sus prioridades y se fijen metas. Si la meta es comprarse un carro y es una prioridad para la persona, entonces deberá apretarse el cinturón y dejar de gastar en pintas, en el celular y en las rumbitas. Cabe comentar que este mismo principio aplica a los países. Un país que no tiene claras sus metas y prioridades puede malbaratar fácilmente sus recursos. Si, por ejemplo, sus metas prioritarias son sus hospitales, sus cárceles, la educación de su gente, y sus vías de comunicación deberá concentrar sus recursos en esto y restringir sus otros gastos.
Sorteados los dos primeros escollos que tiene el ahorro (generar más ingresos que gastos y saber que es lo que se quiere en la vida), queda por determinar cómo y dónde se va a ahorrar. Si la meta es comprar algún bien en el corto o mediano plazo (no más de dos años), el ahorro en bolívares luce -en este momento- adecuado. Quienes gobiernan al país han manifestado su intención de mantener el tipo de cambio estable y la fortaleza de los ingresos petroleros sugiere que pueden lograrlo. Según esta premisa conviene ahorrar en bolívares con tasas de interés que sobrepasen el 10%.
Una estrategia de ahorro en bolívares a mediano plazo comienza con la libreta de ahorros y pasa por los certificados de depósitos, los papeles comerciales y los papeles de deuda pública.
Cuando la meta es ahorrar a largo plazo, las cuentas bancarias en bolívares no lucen atractivas. La razón: la experiencia nos dice que con medidas económicas similares a las que se están aplicando, tarde o temprano llega la devaluación que disuelve el valor de los bolívares y por ende el de los ahorros en esta moneda. Tradicionalmente, los venezolanos con algún poder adquisitivo han visto en los bienes raíces una manera de protegerse de estos ajustes monetarios. Hoy en día, tampoco estas inversiones lucen seguras.
Algunas instituciones financieras han ideado formas de atender el ahorro a largo plazo, en bolívares, protegiéndolos medianamente de la perdida de valor de la moneda. También existen en el país instituciones que ofrecen planes de ahorros en monedas fuertes, accesibles para las clases media y alta.
Finalmente, el gobierno, a través de las emisiones de bonos en euros o dólares pagaderos en bolívares, ha abierto también una puerta para los miembros de esas mismas clases que buscan ahorrar en divisas.
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