miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Cuándo podemos decir que un analista de finanzas es bueno?

Ernesto Hontoria López

Hace ya algún tiempo alguien me preguntó ¿cómo se diferencia a un buen analista financiero de otro no tan bueno? Y la primera respuesta que me vino a la mente es por la forma en que realizamos y presentamos nuestro trabajo. Cómo analizamos lo que hay que analizar, qué tan pertinentes son nuestras recomendaciones, qué tan precisos son nuestros reportes y cuál es nuestra habilidad para entregarlos a tiempo, es lo que nos diferencia como analistas. La percepción que se hace la gente de cómo resolvemos esos asuntos en el día a día es lo que, en definitiva, marca la diferencia un buen analista y uno que no lo es tanto.

Por supuesto, ésta respuesta no le servía de mucho a mi interlocutor, que estaba en la búsqueda de consejos prácticos para mejorar su carrera, y a decir verdad, tampoco me dejaba completamente satisfecho a mí. No fue, sin embargo, hasta que leí el libro de Vargas Llosa, Pantaleón y las visitadoras, que me vino la idea de escribir una mejor respuesta. Si alguien quiere un ejemplo práctico de lo que hace un buen analista financiero, le recomiendo que lea ese libro ya que el protagonista de la obra, Pantaleón Pantoja, reúne las cualidades que debe tener un buen analista financiero.

Portada del Libro
Para quienes no están familiarizados con el personaje, Pantaleón Pantoja es un capitán de intendencia del ejército peruano a quien le asignan una misión muy especial: crear un servicio de visitadoras que alivien las pasiones carnales de los soldados destacados en apartados puestos fronterizos de la selva amazónica peruana.

En el cumplimiento de su deber el capitán hace lo que un buen analista financiero haría: entender, primero, cuáles son las palancas de valor del negocio y diseñar todo el servicio de visitadoras en función de maximizar el beneficio con los escasos recursos que le asigna el ejército.  Cada negocio tiene sus propias palancas de valor. Entender como funcionan, como se genera valor, es fundamental para que un analista financiero pueda realizar bien sus funciones. Lo primero que hace Pantaleón es estudiar cómo funciona el negocio de la prostitución en Iquitos, involucrarse en los detalles, manejos, dominar su léxico, documentarse, entender lo que hace la competencia.

Una vez conocida la industria y como se genera valor, se entrega a un estudio de mercado que le permite identificar cuáles son las necesidades no satisfechas del nicho que pretende cubrir (soldados en los puestos más apartados). Busca luego la manera de diferenciarse de sus competidores, cuál es su sello único; proyecta la demanda de servicios, que él llama prestaciones; y diseña, por último, la logística ¡nunca mejor empleada esta expresión militar! para llevar las prestaciones hasta los ansiosos consumidores.

Pantoja calcula cuánto va a costar contratar a las ‘visitadoras’, llevarlas a los puestos fronterizos y traerlas de vuelta a Iquitos al finalizar la jornada de trabajo, y en función de ello saca la cuenta de cuantos servicios debe prestar cada visitadora por jornada, para que la tarifa esté acorde con lo que pueden pagar los soldados rasos por ellos y de la capacidad o potencial de servicio de cada visitadora. El capitán entiende que hay una relación entre los precios, el volumen de prestaciones y la estructura de costos del negocio, y ata todos los cabos para poder maximizar la cantidad de prestaciones por visitadora. En esa tarea debe tomar decisiones sobre qué servicios ofrecer, reconociendo que no puede abarcarlo todo en un principio, pero propone opciones para incrementarlos en un futuro, cuando su empresa esté en condiciones de cubrir las expectativas. Estudia además, continuamente, los reportes que le llegan de los soldados, los analiza e introduce mejoras en los procesos que le permiten mejorar la eficiencia de las visitadoras.

Pantaleón es realista, pragmático. Basa sus decisiones y recomendaciones en datos y estadísticas. Reporta el progreso de la empresa, proyecta el crecimiento de la demanda. Anticipa qué recursos va a necesitar para cubrir esa demanda y toma decisiones con base en sus análisis, que, a su vez, se apoyan en los datos estadísticos que ha recabado. Cuando no existen estadísticas diseña encuestas y consulta a los oficiales al mando de los soldados para que le den su mejor estimado.

Pero las habilidades del capitán van más allá del escrutinio de los números. Pantoja es también un buen gerente que entiende él que el activo principal de la empresa son sus trabajadoras (las visitadoras), por lo cual mejora las condiciones sociales de ellas y les da incentivos para que prefieran trabajar en el servicio de visitadoras, a hacerlo en cualquier burdel de la competencia. Pantaleón se preocupa por motivarlas, por hacerles sentir que su trabajo es importante para levantar la moral de los soldados que resguardan la patria. Que servir en pantilandia, como coloquialmente comienza a conocerse el servicio de visitadoras, tiene propósitos más nobles que la mera transacción económica.

En resumen, Pantaleón reúne las siguientes cualidades que debe tener un analista financiero que se respete:
  • Conocimiento del negocio y sus palancas de valor.
  • Mente analítica. Toma las decisiones con base en datos más que en intuiciones. 
  • Si no cuenta con datos o estadísticas consulta con expertos para tomar decisiones sobre la base de la experiencia y las estimaciones de éstos.
  • Entiende la capacidad operacional de los activos, y ofrece los servicios que maximizan esa capacidad operativa, sin comprometer el funcionamiento a largo plazo de la empresa. No pone la rentabilidad de corto plazo por encima de la salud del negocio en el largo plazo.
  • Diseña reportes que le permiten evaluar las operaciones y tomar acciones para mejorar los procesos y el rendimiento de los activos.
  • Es capaz de proyectar la demanda futura y establecer las estrategias para atenderla.

Pantaleón incurre en un error que no deberían cometer los analistas financieros,  y que, sin embargo, algunos cometen: subordina la ética a los intereses y pasiones del negocio. Esto nos indica, sin duda, que los analistas financieros son tan propensos a las tentaciones de la corrupción como el común de los mortales.


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